‘Aguas Profundas’: un reto al temple emocional
- Alejandra Briones
- 14 sept 2022
- 3 Min. de lectura

Tras 20 años de inactividad cinematográfica, el director Adrian Lyne regresó este 2022 con la película ‘Aguas Profundas’, a través de la plataforma de streaming Netflix. En esta pieza audiovisual, que es la novena en su historial, el retorno ha sido auspicioso y denota una visión madura sobre las complejidades psicológicas y emocionales del ser humano.
El director británico ha retomado su carrera de la mano del actor estadounidense Ben Affleck, quien tiene el papel protagónico junto a la actriz cubano-española Ana de Armas, una de las artistas del momento en Hollywwod. El norteamericano interpreta el papel de Vic Van Allen, un millonario que diseñó un chip para fines bélicos y quien es esposo de Melinda, una atractiva y alegre joven extranjera.
El matrimonio tiene una dinámica poco convencional, donde Vic, quien es un hombre frío y poco expresivo con sus emociones, refleja una aparente tendencia de serenidad y control en la interacción con su esposa. Sin embargo, un amago de templanza y tolerancia también define su personalidad, característica que han sido bien llevada por Ben Affleck, quien ha interpretado el papel con mucha solidez y la expresividad adecuada para este tipo de perfiles. El equilibrio en los roles de los personajes ha sido un acierto, pues, la juventud y frescura de Ana de Armas interpretando el papel de una Melinda alegre, jovial, enamoradiza y sexual, le da el pulso de diferencia generacional necesaria en la trama.
La pareja se desenvuelve en un acuerdo donde, en una primera impresión, Melinda tiene la plena libertad de salir y experimentar con otros hombres a pesar de encontrarse casada y con una hija. Vic había aceptado dicho camino, lo que podría entenderse como una terapia de pareja poco usual, a modo de intentar salvar su matrimonio a partir del renacimiento de un fuerte sentimiento por su esposa.
Sin embargo, el director introduce una perspectiva de humanidad al evidenciar que las personas no pueden ser insensibles a determinadas situaciones emocionales y psicológicas. Esto se puede observar en el comportamiento de Vic, quien suele mostrarse calmado, resuelto y tolerante, pero con ciertos tropiezos emocionales al no soportar ver a Melinda conectar con otros hombres. Para intentar alejar a los pretendientes, utiliza la táctica de inmiscuirse en sus mentes, alegando que él los asesinará si llegan a concretar algo más profundo con su esposa.
La intriga en la que se va direccionando al espectador consta de recurrir a la intriga de saber si, en algún momento, Vic realmente asesinará a los pretendientes de Melinda o si pedirá el divorcio. A todo el campo de incertidumbre de la película se le agrega un notable matiz de erotismo, explotado a partir de la belleza física de Ana de Armas. Asimismo, en esta película se trata de reforzar el debate sobre las relaciones abiertas experimentales, a pesar de que se muestra al protagonista como un hombre de comportamiento inusual y que está abierto a los retos.
Pese a que se revela la autoría de los asesinatos, Melinda nunca llegó a confirmar que Vic fue el ejecutor de ellos. Es aquí donde se plantea una atadura a modo de thriller dramático, pues ella, en primera instancia, protesta por la muerte de cada uno de sus pretendientes; sin embargo, cuando sus sospechas sobre el asesino llegan a cobrar mucha más fuerza, su amor por Vic empieza a renacer. En este contrasentido, el mensaje aterriza en que la intensidad de una muerte es el único antídoto para renovar un amor dormido de pareja.






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